domingo, 11 de septiembre de 2011

El tejido de mi origen

El día de mi nacimiento está marcado en el calendario gregoriano como 18 de noviembre de 1986, alguna vez una hermanita muy querida me leyó mi tonalamatl, mi fecha de nacimiento-destino en la concepción mesoamericana, mi día estuvo marcado por chicnahui  malinalli, en la trecena ce cuetzpalli del año mahtlactli ihuan yeyi Tochtli, en una traducción literal sería día nueve hierba, en la trecena uno lagartija del año trece conejo. La observación de las energías naturales era un factor decisivo en las culturas mesoamericanas, el tiempo estaba profundamente relacionado con los fenómenos naturales, el día de nacimiento de un ser humano contemplaba estos aspectos y de cierta manera marcaba lo que sería su destino y “pronosticaba” cuál sería el andar del individuo en el cenmanahuac (universo). El niño al nacer daba su primer aliento (ihiyotl) de vida, a través del cual toda la energía de ese día en específico era absorbida por el pequeño ser, esta energía lo acompañaría por todo su andar y su quehacer en el mundo.
Citlalmelayo (la hermana que me leyó el tonalamatl) me habló de la significación de cada uno de los elementos, me dijo que el número nueve representaba esos ciclos que se cierran y se abren, el origen y el fin, elementos presentes en mi vida en todo momento, malinalli como la representación de aquella hierba que crece en el campo, se seca pero nunca muere porque aún seca la utilizaban para la elaboración de mecate. Ella me dijo que esto era algo muy importante en mi vida porque tenía la maravillosa facultad de conectar a los individuos, que a través de mí se formaban y se entretejían nuevas amistades, proyectos, parejas, etcétera. Por primera vez tuvo sentido todo lo que había acontecido 23 años atrás, mi vida es un entretejido gigantesco de coincidencias y amistades duraderas.
Me dijo que existe una profunda conexión con la tierra, con mi origen, con mis raíces, esto está marcado de una manera muy fuerte con el símbolo de malinalli, ya que el guardían del símbolo es Pactecatl (protector de los curanderos), también habló de la facultad de poder curar con las plantas como lo hacían en la antigüedad, me recomendó que observara y que tratara de acercarme más a este mundo de la herbolaria. En ese momento no parecía tener mucho sentido, pero es cierto que el rumbo que está tomando mi vida me está acercando a esto por medio de los tintes naturales que pretendo utilizar para la elaboración de los bordados. No sólo es mirar las plantas sino ver las cualidades de cada una de ellas, dotarlas de personalidad, de esencia.
Malinalli también está relacionada con la acción de enredar nuestros pensamientos en función de aprender a hacer algo (un entretejido una vez más).
Recuerdo que cuando era niña tenía un libro de un editorial con muy mala reputación (Selector), el libro se llama Mitología mexicana para niños, que incluía diferentes relatos acerca del origen del universo así como la leyenda de los volcanes, los relatos acerca de Tezcatlipoca, etcétera. Me gustaba leerle en voz alta a mi padre mientras planchaba, no estoy segura de que mi padre lo recuerde tan vívidamente, pero a mí me gusta recordar esos instantes en los que compartíamos historias en la noche; él me contaba de su niñez, me describía cómo lucía el pueblo donde vivimos cuando él era niño; mi abuelo es campesino y mi padre aprendió este oficio, mi padre me contaba de las tardes paseando a las vacas, del amanecer y la cosecha del romero, incluso en ocasiones me describía el sabor del tlacuache o del teporingo como uno de los más grandes manjares de su niñez. Siempre me pareció apasionante escucharlo y preguntarle. La conexión que tengo con mi padre es algo muy profundo, es él quien más ha apoyado los proyectos que a veces han salido mal y a veces han florecido, pero él siempre ha estado dispuesto a apoyar económica y emocionalmente.
Mi madre es mucho más severa, siempre cuestionándome y observando mis actividades. Pero siempre preocupada por abastecer el sustento. Recuerdo una vez en la secundaria cuando me dejaron como tarea hacer la maqueta de un cementerio, por aquello del día de muertos, mi mamá y yo nos desvelamos haciendo una maqueta que quedó maravillosa. Mi mamá siempre quiso ser educadora, le fascinan los trabajos manuales, recuerdo en nuestros cumpleaños cómo se esmeraba en hacer los dulceros y los adornos, siempre con alguna temática diferente. Crecí en medio de telas, limpiapipas, foami, fieltro, silicón. Mi mamá es una de las personas más creativas que conozco supongo que de ella heredé esta fascinación al mundo de las artes manuales, que tiempo después me llevaría a compartirlo a través de talleres infantiles que sin duda marcaron un momento importante en mi vida, fue un aprendizaje inmenso, nuevas formas de ver, de compartir, de crear…


(Primera parte)

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